viernes, 21 de octubre de 2011

PARTIR EN OCTUBRE

Como crees que hubiera imaginado que un instante anterior a la mayor felicidad en tu vida, cuarenta y dos años, once meses y veintiochodias después para ser exacto, nos ibamos a estar diciendo adios. Para siempre.
Si, así. Sin más. Juntos. Aún en la diferencia.
Que te puedo relatar. Los recuerdos se enmarañan. Las lejanías acercan. Las nostalgias recorren todo rincón habitable.
Es que tenemos que perder para saber lo que encontramos. Me repito convencido. Una y otra vez. Pero. Quieres que te diga un secreto. Ya empiezo a extrañarte.
Es que cuesta. Esta bien. Tenías que partir. Siempre partir. Pareciera que nuestro destino fue siempre despedirnos. Soltarnos aunque nos cueste, esa acción, el alma.
Cuando te vi respirando con tanta dificultad, tratando de asirte a la vida con ese último aliento, comprendí que necesitabas irte. Fue entonces que te dije: ya está, anda tranquilo, yo me encargo de todo. Aunque mis piernas se estrujaban en el terraplen de las dudas e incertezas. Pero nunca tuve el corazón para verte sufrir. Como vos, las emociones me invaden, y aunque nos acostumbramos a morigerarlas, alguna lágrima se escapa.
Quién hubiera pensado que en octubre se ocultaba el arcano bajo el nombre del adios. Y aunque la simpleza profunda de la dicha de haber estado contigo tanto tiempo, nunca resulta mucho. Siempre hay algo que aprender, o una pregunta para hacer. Casualmente hoy dije: bueno después le consulto. Pero ese después nunca será ya.
La fe indica que nos volveremos a ver. Estoy convencido de eso. Como dice la canción: nos veremos otra vez... Y sábes, ese día octubre habrá sido un mal recuerdo, un instante más de los muchos que pasamos juntos, tratando de continuar.
No quise que ellas dramaticen esto. Es que cuando a vos te tocaron despedidas desgarrantes, lo asumistes de tal manera que mi vida continuó como si nada. Y eso te lo agradeceré etérnamente.
Sabes que te voy a extrañar, pero algo te puedo asegurar: tu vida continúa, como la mía, en lo más hondo de mi corazón. Guardadita. Secreta. Inquebrantable.
Algunas lágrimas salieron. Eso sí sigo tu ejemplo. Siempre aparte, reservadas. Para uno solamente.
Te fuiste en octubre, nunca lo imaginamos. Te fuiste como viviste. Simple, sencillo, directo, discreto. Noble. Entre nosotros todas las cuentas fueron saldadas. Es por eso que siempre nos miramos a los ojos. Hasta el último instante.
Solo me dejaste una duda: cómo le digo a ella que en octubre partiste para siempre.