Atisbo los ojos
y veo,
unos mantos verdes
escapándose
al ningún grito
ensordecido.
Arrimando, apenas,
percibo
la brisa ondeante
del olvido.
Y también puedo
apreciar
tu estéril deseo
ensobrado
en un látex repetido.
¿Por qué insistir
en la dramaturgia
reiterada
del vacío?
No me atrevo,
eso si,
a ver la faz
en el latir
solitario del destino.
domingo, 29 de julio de 2012
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