martes, 23 de febrero de 2010

Suciedad
Es dificil remover la suciedad. Su olor, color y textura no se borra así nomas. Estamos empeñados en borrar la suciedad. Nos incomoda el ánima. Nos desacomoda el ser. La suciedad va y vuelve. Es mas nunca se termina de ir. Aunque se la refriegue en un latón de acero tañido de lavandina de marca muy reconocida. Es triste, pero real.
Ahora bien ¿por qué ese empeño por la pulcritud? ¿Cuál es la intencionalidad?
Después de todo la mugre parecería ser parte de nuestra naturaleza. Aquella que se transmite entre los misterios de los genes y la cultura. Aquella que nunca termina de despertar y se entroniza mas allá de la misma muerte. Porque así como hay resurrección despúes de ella, también resucita la mugre. Nada hay en los Evangelios, apócrifos o no, que atestigüe lo contrario.
Lo mas percedero es esa suciedad incorruptible que trasciende hasta las marcas mas conocidas del polvo limpiador de moda en el mercado.
La mugre, ensucia. Y no hay con qué eludir su mancha indeleble ¿Habrá que resistir?

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