domingo, 29 de abril de 2012

A-dios (¿a nadie?)

Si aquella hora
penetrase, 
en la textura apalabrada
del abismo.
Volvería prescindible,
en un instante,
el clivaje probatorio
del sentido.

Aunque extrañe
la frase redentora,
la conjunción
hiere a fuego
aquel destino.
¿Estará presente
el desatino?
¿Se hará palpable
el desvarío?

Nacer de prisa.
Vivir sorteando.
Morir; quien sabe.
He allí,
el nudo del atisbo.


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